MI FONAMAD

Hay tantos tipos de fotógrafos de naturaleza como personas, por lo que no tiene mucho sentido intentar aproximarse a una clasificación. Sin embargo, seas como seas, probablemente hay veces en las que te fijas un objetivo fotográfico concreto (o al menos lo sueñas) y vas a por él a toda costa. Haces planes, preparativos… y condicionas muchas de tus salidas o incluso momentos de ocio para alcanzarlo. Puede ser un animal esquivo, un amanecer con unas condiciones especiales que has imaginado en tu mente o unas gotas de rocío maravillosamente colocadas sobre una tela de araña.

Ⓒ Ramiro Díaz

Pero ocurre que, en fotografía de naturaleza, como en la vida, la mayor parte de las veces las cosas no dependen de nosotros. Puedes prepararte cuanto quieras, pero las condiciones, el escenario, la luz, ese animal… son variables aleatorias, libres, y escapan por completo de tu voluntad. Y esto es algo que necesitamos asumir desde el principio.

Ahora bien, para siquiera empezar a intentarlo, necesitas esa chispa de ilusión que te mueve, tienes que creer que es posible… sin eso, no hay nada.

¿Dónde encontrar entonces el equilibrio?

Ⓒ Ramiro Díaz


Personalmente, he sufrido muchas frustraciones fotográficas en la naturaleza. Me he marcado objetivos con especies concretas que he tardado años en conseguir, y algunos… sigo en ello. Sin duda la impaciencia es una de mis “no virtudes”. Pero a lo largo del tiempo he ido atemperando esta impaciencia y sobre todo he ido aceptando y asumiendo que no puedes dar por hecho lo que no está en tu mano.

Recientemente he sufrido una de estas decepciones fotográficas bastante “crueles”, por el tiempo y la ilusión invertidas. Escribo estas líneas de vuelta en casa tras un proyecto fallido de cuatro meses, cuya guinda han sido dos noches de soledad en un hide, siete horas por sesión a temperaturas casi bajo cero en mitad de la nada. Y nada es lo que me he traído…

Bueno, nada no.

Ⓒ Ramiro Díaz

Mientras esperaba la noche he campeado sin rumbo por tierras extremeñas, cámara en mano, en modo “lo que salga”. Me he perdido bajo la sombra de un almendro que reventaba de flores y olía mejor aún. He visto cientos de grullas bajo un encinar, chillando con su estridente trompeteo, asustadas cuando mi coche se paraba a distancia de teleobjetivo. Por último, un épico amanecer lleno de color y nubes bajas, de esos que hubieras buscado, me sorprendió cuando ya me volvía para casa.

Ⓒ Ramiro Díaz

No supe apreciar todo eso en su momento, enfadado como estaba por haber fracasado en mi objetivo. Ahora que han pasado un par de semanas, vuelvo a ver estas fotos y me doy cuenta de ello. Por cierto, sin saberlo, mi sesión de los almendros me sirvió de inspiración para una campaña publicitaria con un cliente, y una de las fotos que hice ha encajado a la perfección como fondo de la imagen principal de la campaña.

Ⓒ Ramiro Díaz


Todo lo que hacemos suma. Como fotógrafos, observamos y pasamos tiempo en la naturaleza; tenemos un contacto que probablemente no tendríamos sin la cámara. Una amiga mía dio la vuelta al mundo en bici y contaba que la “velocidad bici” es la ideal para disfrutar y conocer mejor los lugares por los que uno pasa. Yo creo que la “velocidad fotográfica” lo es también para impregnarse de naturaleza, que te cale hasta los huesos, y te deje poso.

Ⓒ Ramiro Díaz

Volviendo al tema principal, la clave para no desesperar puede estar en alimentar y mantener esa ilusión pero sin depender totalmente de ella. Seguir con ilusión independientemente del resultado. Una buena manera de conseguirlo puede ser mirando alrededor a lo largo del camino. Tener un objetivo está bien y es lo que te mueve en un momento dado, pero la naturaleza (igual que la vida), te enseña que lo que hay alrededor está lleno de cosas y momentos maravillosos, por más que no estuvieran en el guion. Aprender a reconocerlas y disfrutarlas según lleguen puede hacerte crecer como fotógrafo y como persona. Solo el hecho de seguir intentándolo, de seguir en movimiento, te hace estar vivo, te lanza a la aventura, te enseña cosas nuevas y te hace ser un poco mejor.

1440Ⓒ Ramiro Díaz


Un hijo le preguntó a su padre:

—¿Papá, para qué sirve el horizonte si nunca llegamos a él?
—Hijo, el horizonte sirve para eso, para seguir en movimiento.

Ⓒ Ramiro Díaz


Termino con una frase que leí una vez y que me parece que viene muy al caso: “Cuando no se consigue un objetivo, quizá la solución no sea cambiar de objetivo, sino de camino para llegar a él”.

Y en cada nuevo camino… ¡nuevas y mejores fotos!
NOTA: Todas las fotos de este post fueron hechas mientras buscaba otros objetivos…


Artículo e imágenes realizados por Ramiro Díaz


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3 comentarios

  1. Estupendas reflexiones Ramiro….seguiremos la referencia del horizonte, y observaremos mucho más los alrededores del camino… sobre todo disfrutando de cada momento, aunque no salga nuestro plan. Un saludo y muchas gracias.

  2. Magnífica entrada Ramiro, siempre, aun de las adversidades, se sacan cosas positivas, me pongo en tu pellejo en esas horas interminables de hide, la ilusión con la que se entra, cómo poco a poco te vas temiendo lo peor, pero sin perder la esperanza y como al final te sientes derrotado y frustrado, pero es lo que tiene esto, si fuera tan fácil no sería igual, y conociéndote, seguro que de regreso a casa ya ibas buscando otro camino para llegar a ese horizonte. Un abrazo y a seguir soñando.

  3. Muy buena la reflexión. Una frase que siempre me gustó: «La vida es todo lo que te sucede mientras tú haces planes». Creo que aplica plenamente. Vista larga (periféica también) y mente abierta, para todo, también para la fotografía.

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