LUZ EN LA NATURALEZA
En un año tan especial como este, que tanta desazón, incertidumbre y dolor nos ha traído, no encontramos mejor forma de ofrecer esperanza e ilusión que a través del motor de nuestras fotografías que no es otro que la LUZ. Ese luminoso objeto del deseo de cualquier fotógrafo, esa luz especial, mágica, única, que transforma lo que toca aportando el color, el volumen, el contraste y la profundidad que llegan a emocionar al espectador y lo conectan con lo esencial de su alma que es su vínculo con la naturaleza..
Esa magia, que solo la luz es capaz de derramar, se traduce en una infinita paleta de colores que van desde los rojos ígneos del amanecer a los dorados instantes de una cálida mañana transitando hasta los profundos azules con los que se despide el día. Luces que perfilan, que dibujan, que proyectan sombras alargadas, que juegan a esconderse en el misterio del claroscuro. Ambientes oníricos que se despliegan ante nuestra atónita mirada cuando la luz se filtra a través de la niebla o el dosel de hojas de un bosque en otoño, que brilla y se refleja en el agua que como un prisma disgrega la luz en su arcoíris esencial.