Y no me estoy refiriendo a principados, ducados, marquesados, condados o baronías… sino a los cinco grandes de la fauna ibérica.
Un poco de historia….
Big Five, cinco grandes, con este término se conocen a las especies que en África atraían al mayor número de cazadores en las cacerías allá por el siglo XIX y que, bien por su peligrosidad, por su dificultad para abatirlos, o por el prestigio como presas en sí, el león, el leopardo, el elefante, el rinoceronte y el búfalo pasaron a ser especies idealizadas por el cazador que pagaba auténticas fortunas para que las cabezas de estas piezas colgaran en las paredes de sus pabellones de caza.

Finch Hatton, uno de los grandes organizadores de safaris cinegéticos y fotógrafo aficionado, se dio cuenta que muchos de los acompañantes de los cazadores estaban dispuestos a pagar por sólo observar y fotografiar a los cinco grandes, fue por ello que Finch comenzó a acotar terrenos destinados a la observación y fotografía de estas especies; acababan de nacer así los safaris fotográficos. Con el tiempo, han sido muchos los países que han descubierto que esta última actividad genera más dinero que la caza, pasando a prohibir ésta última y potenciar la observación de la fauna.
A raíz de estos Big Five originales, han ido surgiendo en distintos países nuevas listas de especies en función de cada territorio como Small Five o los Big Five Trees….toda una potente herramienta de marketing para atraer turistas y derivado de ello una gestión proteccionista del medio natural que a su vez genera más ingresos para las economías locales.
Y en España…

Pues como no podía ser de otra manera, y más en un país con tantísima biodiversidad como el nuestro, también tenemos una lista de los Cinco Grandes y, al igual que ya ocurriera en el continente Africano, el avistamiento y la opción de poder fotografiarlos poco a poco va ganando terreno a la actividad cinegética.
Conscientes, en aquellos territorios donde cada una de estas y otras especies emblemáticas de nuestra fauna habitan, de que genera más recursos económicos y de empleo la posibilidad de observar que de cazar a dichas especies; son ya muchas las empresas de ecoturismo que organizan salidas de avistamiento, hides fotográficos, rutas guiadas por territorios de campeo, actividades de educación medioambiental… con lo que ello conlleva en términos de conservación de hábitats, asentamiento de población en zonas rurales, (la tristemente famosa España vaciada) y, sobre todo, una mayor concienciación de la riqueza natural que tenemos en este país y la necesidad de conservarla y potenciarla.
Los cinco grandes tienen una gran característica en común y es que, durante los años 60 y 70, estuvieron al borde de la extinción, situación que se ha mantenido hasta hace no mucho y de la que a día de hoy se están aún recuperando. La labor de grandes naturalistas y divulgadores como Félix Rodríguez de la Fuente, José Antonio Valverde o Miguel Delibes entre otros, cambiaron la visión de la naturaleza y abrieron el camino para que actuaciones posteriores gubernamentales y de asociaciones proteccionistas hayan conseguido revertir con el paso del tiempo esta situación, consolidando primero las poblaciones de éstas y otras especies y, después, reconquistando territorios de los que nunca debieron desaparecer, aunque aún queda mucho camino por recorrer.

Actualmente, parece que hay consenso en la lista de los cinco grandes españoles: oso, lobo, lince, águila imperial y buitre negro, son sin duda auténticas joyas de nuestra fauna, aunque no faltan candidatos. Y es que fuera de esa lista se quedan especies tan emblemáticas que podrían perfectamente formar parte de este selecto club. Estamos hablando de: quebrantahuesos, urogallo, cigüeña negra, alimoche, avutarda, sisón, malvasía… especies que igualmente comparten la situación de estar al filo de la extinción.

El Gigante Ibérico
El mayor de los animales terrestres en estado salvaje de este país ha pasado de estar presente en buena parte del territorio peninsular a concentrarse en la actualidad en pequeños núcleos, aislados entre sí en la cornisa Cantábrica. Con dos zonas de cría, una oriental (Montaña Palentina, oriente de Asturias, Montaña Oriental Leonesa y zona de los montes cántabros) y otra occidental (Ancares, Somiedo, Valle de Babia, entre otros territorios), parece que las dos poblaciones ya se van conectando y con ello compartiendo riqueza genética, tampoco podemos olvidar un tercer núcleo de población en Pirineos.
Al contrario que el lobo, el oso no tiene tan mala fama como la que tiene el gran carnívoro dentro del imaginario popular y “se le mira con otros ojos”, seguramente fruto de la imagen que desde distintos medios nos dan del uno y del otro en películas, cuentos, narrativa… Mientras el lobo siempre es el feroz, el malo “del cuento”, el oso es visto como tierno y bonachón, calificativo que no se corresponde con la realidad, ya que, aunque no ataque al hombre directamente, sí en encuentros casuales entre hombre y plantígrado, y ante una posible amenaza, no dudará en defenderse.

Fotografía realizada en condiciones controladas
Nuestro oso estuvo al borde de la extinción en los años 80 y 90, siendo el furtivismo y, sobre todo, la pérdida de su hábitat natural las mayores amenazas, pero de un tiempo a esta parte los datos indican que, aunque lentamente, la población de todas estas zonas va creciendo.
El eterno proscrito
Para hablar del lobo en España hay que hablar antes de Félix Rodríguez de la Fuente. En una época donde el lobo era un auténtico proscrito, donde el Estado no solo no penalizaba su caza, si no que la alentada e incluso la incentivaba “a tanto por cabeza”, en las nefastas Juntas Provinciales de Extinción de Animales Dañinos y Protección de Caza y que a punto estuvo de provocar la extinción de tantas especies, fue Félix quien concienció al público en general de la labor positiva que estas especies etiquetadas como alimañas en realidad eran muy beneficiosas, centrándose fundamentalmente en el lobo, sin desatender a otras muchas especies, provocó, en muy pocos años un cambio de mentalidad y actitud ante la fauna.
De estar a punto de desaparecer y tener pequeños núcleos de población en distintas zonas del norte de España durante los años 70, a día de hoy, el lobo ha recuperado su población en todo el territorio al norte del Duero. Además, claramente se está expandiendo entre la zona del sur del Duero y hasta el Sistema Central, que parece una barrera difícil se superar, donde no tiene fácil su asentamiento por muchos motivos, como densidad de población humana, atropellos, manadas escasas y de pequeño tamaño…

Fotografía realizada en condiciones controladas
De los cinco grandes, el lobo será el más difícil de observar. Su histórica desconfianza con el hombre hace que tome todas las precauciones para evitar el encuentro con su fatal enemigo. Las mejores zonas para su avistamiento son la Sierra de la Culebra zamorana y la zona de Riaño, si bien hay otros espacios como Somiedo, Picos de Europa, Montaña Palentina o la Sierra de O Curel donde de la mano de algunas de las muchas empresas de ecoturismo, con su profesionalidad y buen hacer, nos permitan jornadas de avistamiento de uno de los animales más odiados y temidos pero, a su vez, más queridos y admirados por el hombre de la fauna española. Y quién sabe si con el tiempo lo tengamos asentado en las puertas de la capital, en el Monte del Pardo, como paso previo a la reconquista de otros espacios donde, en un pasado, era muy numeroso y no debería de haber desaparecido, como en Sierra Morena, aunque para ello habrá que buscar un equilibrio entre los intereses humanos y el derecho de los animales a vivir en su medio, tarea que nunca ha sido fácil.
El Duende de la Dehesa
El Lince Ibérico será seguramente el animal más emblemático de la fauna ibérica, el gran felino europeo, donde pasó de unos cien mil ejemplares a principios del siglo XX a menos de un centenar en al año 2000. La caza, la reducción de su hábitat, las carreteras donde tantos atropellos han sufrido y el descenso en la población de conejos, su principal fuente de alimento, ha llevado al lince al borde de la extinción. Por suerte distintas actuaciones a nivel nacional, europeo y de asociaciones proteccionistas han conseguido la lenta recuperación del lince en aquellos espacios donde apenas quedaban, como Sierra Morena y Doñana, e incluso va colonizando otros territorios, como el sur de Ciudad Real, los Montes de Toledo y algunos espacios de Extremadura. Parece que corren buenos tiempos para el lince, aun así, su situación es muy vulnerable.

Un papel importantísimo en esta recuperación son los “centros del lince”, espacios estrictamente científicos cuya labor es la cría de linces con las mayores de las garantías, para su posterior puesta en libertar en aquellos espacios propicios. Son cuatro los existentes en España y un quinto en Portugal, así como algún otro centro que lleva WWF en distintas fincas. Todas estas actuaciones, junto con la divulgación y la educación ambiental entre escolares y adultos, se está convirtiendo en fundamental para la conservación y crecimiento de la especie.
Y si tenemos que hablar de lugares donde poder observar al lince, nos tenemos que ir al sur, a la Sierra de Andújar concretamente, donde además de poder contemplar al lince, águila imperial y buitre negro y, hasta no hace tanto, se piensa que también el lobo, también hay que añadir importantes poblaciones de ciervos, gamos, muflones y jabalís, entre una variada fauna. Todo ello dentro de un entorno de bosque mediterráneo magníficamente conservada, pero toda esta biodiversidad se puede volver en su contra con la presencia de un aumento considerable de visitantes en sus pocos caminos públicos, precisamente atraídos sobre todo por la posibilidad de avistar al lince.
Emperador sin imperio
La pregunta surge en seguida, ¿por qué el Águila Imperial sí y la Real no en la lista de los cinco?. El primer motivo es que el Águila Imperial es un endemismo de la Península Ibérica y el segundo es que ha estado al borde de su extinción: en los años 60 se estimaba una población de menos de cincuenta parejas, en el 2017 se cuentan 520 parejas; pero no cabe duda que el águila real sería también merecedora de formar parte de este listado.

Éste superpredador necesita dos condiciones para asentarse, por un lado, la existencia de árboles de gran porte donde instalar sus nidos y, por otro lado, una importante población de conejos, base de su alimentación principal, sin despreciar a otras presas como zorros, gatos monteses y otros pequeños carnívoros y rapaces medianas y pequeñas. Águila imperial y buitre negro, aunque se sitúan en nichos ecológicos distintos, prácticamente comparten los mismos territorios de cría y por lo tanto donde se observe a la una no será raro poder observar al otro.
El gran necrófago
La segunda ave del club de los cinco quizás no sea el animal más espectacular ni el más bello, aunque esto dependerá de con qué ojos se mire, pero por su envergadura y poderío (es el ave de Europa más grande con sus casi tres metros de punta a punta de sus alas y la segunda ave más pesada, tras la avutarda) y su escasez, que por suerte es un problema que poco a poco se va solventando, la hace merecedora de pertenecer al “club de los cinco grandes ibéricos”. Contando también con su importancia ecológica, donde en España tenemos el 87% de la población europea. Y si a cada especie de este singular listado la asociamos con un territorio característico, el del buitre negro no es otro que Extremadura, concretamente Monfragüe, con la mayor densidad de ejemplares, y la Sierra de San Pedro, con el mayor número de ellos, donde no es nada difícil, desde cualquiera de los dos emplazamientos, contemplar la imponente figura planeando de esta ave.

Otro espacio con gran presencia de buitre negro sería Cabañeros, compartiendo hábitat con ciervo y águila imperial y donde se está tratando de reintroducir al lince, compitiendo en posibilidades de avistamiento con la no muy lejana Sierra de Andújar. Como tampoco es raro ver su silueta entrecortada en los cielos en la Sierra del Guadarrama, más en su vertiente Segoviana, donde en distintos núcleos de población, han convertido este espacio, en la cuarta colonia de Buitres negros de toda la península, con un 10% de su población total, sin duda una población atípica a las puertas de la gran ciudad.
Y en Madrid…
Pues también tenemos especies suficientes para formar nuestra propia lista de los cinco grandes madrileños, de hecho, de la lista ibérica podemos avistar en nuestro territorio al lobo, al águila imperial y al buitre negro. No está mal, tres de cinco en un espacio tan reducido y con altísima densidad de población humana poder disfrutar de estas especies.

Pero es que también tenemos otras especies con una importantísimo valor ecológico que, en muchos casos, se encuentran en un estado muy precario en cuanto a su población, como son avutarda, sisón, alcaraván y demás especies esteparias tan castigadas en los últimos tiempos por la alteración de su hábitat. La cabra montés, símbolo de nuestra asociación y, quizá, el animal más representativo de Madrid, donde el principal problema no es su escaso número, sino todo lo contrario, su sobrepoblación para un espacio relativamente pequeño donde se encuentra, provocando graves problemas en la cubierta vegetal de la sierra; otras especies más pequeñas pero no menos importantes como el tritón alpino o la bellísima Isabelina…todo un lujo tener esta variedad de fauna en un radio de no mucho más de 50km desde la Puerta del Sol.

Esta rica biodiversidad de nuestra provincia se mueve en un frágil equilibrio de convivencia entre la actividad humana y el medio natural en el sentido más amplio de la palabra. De nosotros depende que especies con las que aun compartimos espacio no pasen a ser un mero recuerdo y donde la única manera de observarlos en un futuro sea visualizando viejas fotografías o contemplando el escudo de la capital, como testigo mudo de un pasado con especies que en su día vivieron entre nosotros.
Bibliografía:
La Ruta5, de Alfonso Polvorinos
Distintas páginas de internet
Agradecimiento por sus fotos a: Javier Lafuente (elefante africano), Ramiro Díaz (lince), Santiago Álvaro (águila imperial), Domingo Pestana (quebrantahuesos) y Juan Carlos del Villar (avutarda).
Artículo realizado por
Javier Peña Sanz
Fotografías realizadas por:
Javier Lafuente, Ramiro Díaz, Santiago Álvaro, Domingo Pestana, Juan Carlos del Villar y Javier Peña.
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Enhorabuena. Magnifico texto muy bien documentado.
Excelente artículo Javier, muy pedagógico y bien documentado. Un auténtico placer disfrutar de vuestros conocimientos.Muchas gracias por compartirlos.